El último día de vacaciones antes de volver a la rutina siempre tiene ese aura incómoda que lo embriaga todo.
Es como un domingo, como el final de una cuenta atrás antes de volver a contar hacia adelante. Y continuar, en resumen, esa cuenta que es la vida.
Es un día de tránsito.
Pero si he aprendido una cosa es que pasarlos en compañía es muchísimo mejor.
La luz brilla más si se refleja en tu piel.
Un beso.
P.D: Silencio... demasiado silencio.
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